La Edad Oscura

Extracto de un manual de Historia para estudiantes secundarios de una comunidad de desplazados climáticos establecida en los Urales en el siglo XXVI.

Se conoce como Edad Oscura o Segunda Edad Media al periodo más negro de la Historia europea del siglo XXI, en que bajo la dominación islámica fundamentalista se perdieron la mayor parte de las conquistas sociales y políticas que con tanto esfuerzo se habían ganado a lo largo de casi dos siglos de luchas.

Antecedentes

A comienzos del siglo XXI Europa constituía una unidad económica y política con capital administrativa en la ciudad de Bruselas, hoy desaparecida bajo las aguas. Si bien reinaba un aparente bienestar y tranquilidad en casi todos los países[1] que conformaban la llamada Unión Europea, varios factores suponían una amenaza al statu quo en que dormitaba el viejo continente. A saber:

1) El cambio climático[2]: fenómeno planetario con consecuencias que hoy todos conocemos pero cuya existencia todavía se consideraba discutible en la época, demorándose indefinidamente las decisiones políticas necesarias para hacerle frente con el menor coste posible en vidas humanas. Muchas organizaciones no gubernamentales y grupos de presión buscaban concienciar a la población y, sobre todo, obligar a las autoridades a tomar decisiones fundamentales, pero el enorme peso de los intereses económicos representado por los llamados “lobbys” de las empresas multinacionales impidió que se llevaran a cabo a tiempo políticas adecuadas a la situación.

2) El neoliberalismo: sistema económico surgido en las últimas décadas del siglo XX cuyo fundamento era la libertad total del mercado bursátil. Esto suponía que las leyes que gobernaban las transacciones especulativas tenían prioridad por sobre la ética, el bienestar de la población, los derechos de los trabajadores, los sistemas de salud y educación, las políticas gubernamentales, etc. etc. Este sistema, defendido a ultranza por pretendidos intelectuales universitarios y luego por grupos empresariales que se enriquecieron en forma exponencial gracias a él, trajo como consecuencia:
- crisis financieras periódicas que provocaban el cierre de fábricas y fuentes de trabajo con las consecuentes pérdidas de empleo,
- el aumento de las desigualdades sociales, tanto dentro de los países como a nivel internacional,
- el incremento de la pobreza hasta extremos tales que en algunas regiones del planeta suponía la miseria total y la muerte a muy temprana edad de altos porcentajes de la población debido a la falta de agua, el hambre, las situaciones de insalubridad,
- el traspaso de la autoridad política real de los gobiernos nacionales a grupos financieros multinacionales que defendían exclusivamente los intereses propios,
- la adaptación de los sistemas educativos a la competitividad laboral. En otras palabras, como el saber sólo se valoraba monetaria o financieramente, el nivel educativo de la población sufrió un flagrante descenso.

3) La globalización: concepto creado hacia 1990[3] para explicar la creciente interdependencia económica y financiera entre los diferentes países, como consecuencia de las políticas neoliberales y de los grandes avances tecnológicos que permitían comunicarse al instante con cualquier punto del planeta.

4) Los avances tecnológicos: aunque hoy nos resulte increíble, a principios del siglo XXI la humanidad llegó a un grado tal de avance tecnológico que era posible disponer de todo tipo de información a través de una red virtual cuyos receptores eran los ordenadores individuales. Estos ordenadores permitían no sólo recibir sino también enviar información y, por lo tanto, comunicarse con cualquier lugar de la Tierra e incluso del espacio cercano. Paradójicamente, pese al acceso casi ilimitado a la información, el nivel cultural y educacional de la población disminuyó en forma drástica. Este fenómeno, estudiado por los filósofos de los siglos posteriores, se conoce con el nombre de “pérdida de las referencias identitarias” y se debió en gran medida a la negligencia de las clases políticas que suprimieron de los programas escolares el estudio de la Historia y de todo aquello que contribuía a la construcción de una identidad, dejando a los jóvenes a la merced del mercado al que solo le interesaba ganarlos como consumidores. Ante la falta de núcleos de pertenencia[4], la mayor parte de la juventud se volcó o bien al consumismo desaforado o bien al fanatismo.

5) El fundamentalismo islámico: entre las múltiples corrientes de fanáticos, ya sea religiosos ya sea nacionalistas, que se multiplicaron desde la década de 1980, el fundamentalismo islámico juega un rol preponderante por su influencia y por el número de personas que movilizó. A partir de la revolución iraní de 1979 en que un grupo de clérigos musulmanes chiítas se apropió de la autoridad política de un país sometiéndolo a un régimen oscurantista durante más de cien años, la influencia de un Islam activista que se reivindica dueño de la verdad absoluta y, por lo tanto, se estima con derecho a todo con tal de imponer su religión, se extendió por Oriente Medio, África y Europa, empleando para ello todo tipo de medios, desde el adoctrinamiento en la escuelas coránicas hasta el terrorismo.
El fundamentalismo islámico propiciaba una forma de vida basada en el cumplimiento de preceptos religiosos en todos los ámbitos de la vida privada: el cuidado del cuerpo, la sexualidad, la alimentación, la educación, el ocio,... El incumplimiento de las normas implicaba a menudo castigos ejemplares para la comunidad, siendo la lapidación por adulterio una práctica corriente, por ejemplo. En todo caso, la aplicación de la ley islámica conllevaba una restricción casi total de la libertad de las mujeres, que debían cubrirse la cabeza para salir a la calle y obedecer ciegamente al hombre de la casa, fuera éste el marido, el hermano o el hijo.
Es llamativo el hecho de que a principios del siglo XXI muchas mujeres educadas en la sociedad europea laica decidieran convertirse al Islam y adoptaran las vestimentas propias del movimiento religioso. Esto se explica, al menos parcialmente, por la arriba mencionada pérdida de referencias identitarias.

6) El Cisma Católico: el catolicismo, religión preponderante durante dos milenios, debió hacer frente a la crisis más profunda de su historia. Ya desgastada por el poder político y la falta de consecuencia entre las enseñanzas de su líder espiritual, Jesucristo, y el funcionamiento institucional, se vio sacudida por varios escándalos de pederastia destapados sucesivamente que llevaron a cientos de miles de personas a abandonar su fe. El Papa Benedicto XVI, personaje controvertido debido a sus relaciones con el nazismo[5] en su juventud, fue el último de la Iglesia Católica Apostólica Romana en su totalidad. Su sucesor en el Vaticano, Benedicto XVII, fue líder de menos de un cuarenta por ciento de fieles. Entre los que no abandonaron el catolicismo ni se convirtieron al Islam, se formaron dos grandes grupos: los “adeptos de Pedro”, con sede en Guatemala, y los “latinistas” con sede en Cracovia.

7) Lo políticamente correcto: creado con las buenas intenciones de proteger de la discriminación a las “minorías” consideradas débiles en una sociedad (mujeres, gente de credos religiosos o etnias minoritarias, homosexuales, inválidos, personas mayores, etc.), este concepto, que dominó la vida política europea de fines del siglo XX y comienzos del XXI, se desvirtuó hasta llegar a ser sólo una cuestión de lenguaje, el empleo de eufemismos para nombrar realidades demasiado duras que convenía encubrir, un sistema de funcionamiento que permitía, bajo una máscara progresista, mantener el statu quo. En suma, un concepto paralizante, una manera perfecta de frenar los cambios, de impedir las decisiones políticas necesarias para hacerles frente a los problemas reales. Así, mientras que en nombre de lo políticamente correcto, no se puso límites, por ejemplo, a la expansión de los extremismos por temor a empañar una imagen de gobiernos respetuosos de las minorías, la lejanía o la manipulación de la información volvía invisible el sufrimiento o la muerte de cientos de miles de personas cuando intentaban cruzar las fronteras de la Unión Europea en busca de una vida mejor, o por el hambre en África, o a causa del cambio climático en cualquier lugar del planeta.

Acontecimientos desencadenantes

Hacia 2040 la mayoría de la población de grandes ciudades europeas, como París, Londres o Bruselas, era musulmana. Los imanes de las mezquitas predicaban la instauración de un Estado islámico. Aparecieron varios partidos políticos que reivindicaban esta aspiración. Simultáneamente, la población no musulmana se volcó masivamente hacia partidos tradicionalmente de derecha o extrema derecha cuyo principal objetivo político era acabar, de un modo u otro, con la influencia islámica.
La tensión entre ambas comunidades creció hasta tal punto que hubo grandes enfrentamientos callejeros en todas las capitales. Uno de los más cruentos, sin duda, fue el que tuvo lugar en septiembre de 2042 frente a la Basílica de Koekelberg (Bruselas) cuando un grupo de islamistas armados de navajas, cocktails molotov y otros explosivos quiso apoderarse del edificio para transformarlo en mezquita y los católicos del lugar lo defendieron con pistolas y cuchillos de cocina. La batalla duró tres días y el saldo fue de mil quinientos ochenta muertos y la destrucción parcial de la basílica cuya cúpula puede verse aún ahora sobresaliendo de las aguas como un islote, debido a que estaba construida en uno de los puntos más altos de la ciudad y tenía además proporciones gigantescas (era la tercera del mundo en tamaño).
Las elecciones municipales de 2043 en Bruselas y 2044 en París y en Londres otorgaron sucesivamente la victoria a partidos fundamentalistas cuya primera medida fue remplazar el código civil por la charia.


La Edad Oscura (2043-2121)

La victoria de los partidos fundamentalistas determina el comienzo de este periodo. Bajo la charia no sólo todos debieron ajustar sus costumbres alimentarias y vestimentarias a lo establecido por la autoridad, sino que la mayoría de las niñas dejaron de ir a la escuela, se cerraron y/o destruyeron todos los templos pertenecientes a otras religiones, se prohibió el divorcio y el aborto, se creó una comisión de censura para controlar los medios de comunicación, se limitó enormemente el acceso a información por Internet u otros medios, se encarceló a todos aquellos que se atrevieran a propagar ideas en desacuerdo con el régimen y se instauraron tribunales barriales para juzgar las actitudes consideradas inmorales de los vecinos.
Los no musulmanes fueron obligados a convertirse o tuvieron que partir al exilio.
Los musulmanes moderados que al principio festejaron con euforia el advenimiento del gobierno islámico, poco a poco fueron comprendiendo lo que significaba la represión de las libertades fundamentales. Hubo de pasar mucho tiempo, sin embargo, hasta que empezó a organizarse una oposición. Dos generaciones enteras vivieron casi toda su vida sumidas en la ignorancia y el miedo, amenazadas no sólo por la arbitrariedad política sino también por las catástrofes climáticas contra las cuales nadie hacía nada, aunque fueran en aumento y estuvieran devastando el continente.
Los historiadores hacen llegar este periodo hasta 2121, año en el cual aparece en el paisaje sociopolítico europeo una figura singular, un líder a la vez espiritual y político de cualidades humanas y éticas irreprochables, un joven que venía del exilio y se hacía llamar Mohandas Karamchand en memoria de Mahatma Gandhi. Fue él y sobre todo la esperanza que despertó su compromiso, quien abrió el camino hacia la construcción de un modelo más justo y respetuoso de todos los seres vivos.

Actividades de investigación y reflexión

1. Profundiza tu conocimiento de los distintos fenómenos que se mencionan arriba como antecedentes de la Edad Oscura. Busca libros, revistas, documentales, películas, etc. y compara la información que te dan con la del Manual. Si no coincide, pregúntate por qué. Reflexiona sobre ideologías, subjetividad y perspectiva histórica.
2. Infórmate sobre la Edad Media y compárala con la Edad Oscura. Señala puntos en común y diferencias.
3. Averigua quién era Mahatma Gandhi y compáralo con el líder político Mohandas Karamchand.

Actividades de imaginación

- Teatralización (para hacer en clase)
Imagina que eres un habitante de Bruselas a comienzos del siglo XXI. Ten en cuenta el contexto político del modo más completo posible. El profesor te dará a elegir entre distintos papeles: un(a) joven consumista, un(a) joven fundamentalista, un(a) lobbysta, un(a) funcionario/a europeo/a, un(a) empresario/a neoliberal, etc.
(El profesor puede añadir roles según el número de estudiantes)
La representación se hará en dos tiempos: en un primer tiempo se intentará calcar la situación histórica de la manera más fiel posible. Luego se propiciará un debate y en un segundo tiempo, los diálogos se encaminarán a encontrar alternativas que podrían haber impedido el advenimiento de la Edad Oscura.

[1] En los siglos XIX y XX se llamaba país o nación a una unidad territorial con una población cuya identidad estaba dada por la pertenencia a tal lugar, y que estaba gobernada por un presidente, primer ministro y/o rey que la representaba a nivel internacional. Hubo países hasta finales del siglo XXI pero en las últimas décadas sus gobernantes conservaban solo una autoridad nominal.
[2] Para una visión completa de este fenómeno, ver capítulo anterior.
[3] Ver Fin de la Guerra Fría y Caída del Comunismo, capítulo 3.
[4] Recordemos que también la institución familiar se hallaba en una profunda crisis.
[5] Ver Guerras Mundiales, capítulo 2.

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