Fui yo

No busquen más, fui yo quien lo maté. Estaba harta de sus ojos saltones que miraban en direcciones opuestas como señalando uno, lo que pensaba y el otro, lo que iba a hacer.
Dicen que murió de un infarto, que fue muerte natural, ¡mentiras de la gentuza con falta de imaginación! Como si un infarto no pudiera provocarse. Fui yo quien maté del susto al pingüino, que no sé por qué lo comparaban con ese animalito tan simpático en peligro de extinción, ojalá estuvieran los de su calaña a punto de extinguirse, con el mal que hacen al prójimo.
Lo digo bien alto, lo declaro a voz en cuello con orgullo, fui yo quien lo maté. Llévenme presa si quieren, que estaré orgullosa de pasar en la cárcel los años que me quedan por haber liberado al mundo de al menos una podredumbre.
Y no fue difícil, estaba el tipo en las diez de última, ahí tirado en su cama cinco estrellas, cuando entré. No soy fea. Al contrario, cuando me arreglo – y esa noche me arreglé- me parezco a la Coca Sarli cuando era joven. La señora había salido, dicen que a buscar un medico, pero quién sabe, en todo caso, tardó un montón... Así que yo aproveché y sigilosamente me le aparecí. Hay que ver que yo trabajé con los señores desde que era bien jovencita. El niño Máximo tendría... ¿qué, 12 años? cuando llegué a la casa por primera vez, yo tenía 16 y él me miraba con un hambre... ¡Y ni hablar del señor! Él directamente pasaba a la acción, así que yo tenía que andarme con cuidado porque apenas me agachaba para pasar el trapo o la aspiradora o recoger algo que se había caído –y él a veces tiraba a propósito unas monedas o el escudo del partido- ya estaba con su mano donde no debía. Como se imaginarán, no podía quedarme sin trabajo, así que resistía como podía. De cualquier modo, al señor siempre le interesó mucho más el poder que el sexo y cuando unos años más tarde fue electo gobernador, ya no tuvo más tiempo para esas cosas y me dejó tranquila.
Bueno, es un decir. Tranquila porque no me tocaba, pero yo estaba hasta las tetas de trabajar con ellos y no podía irme pues mi papá, que había sido obrero en YPF toda la vida, se había quedado en la calle ¿y quién iba a mantener a la familia si no? ¿Usted cree que a la señora se le movía un pelo cuando yo le contaba de mis preocupaciones y le pedía que si su marido no podía hacer algo por nosotros? A lo sumo se encogía de hombros y me decía “No se preocupe, Carmela, que ya se va a arreglar...”
¡Ja! Se va a arreglar. Para ella era fácil decirlo, que disponía –y dispone- de todo el dinero público para hacer lo que se le antoje. ¿Usted cree que alguno de los dos sentía el más mínimo remordimiento de conciencia por lo que les habían hecho a los trabajadores de YPF? Corta memoria tienen los argentinos, pero yo nunca me olvido de que la empresa nunca se habría privatizado si no fuera por el señor. Me acuerdo porque coincidió justo con mi cumpleaños, 22 de septiembre: yo habría querido irme a casa a festejar con mi familia pero la señora me pidió que me quedara pues el señor había viajado a Buenos Aires y se sentía sola. Después de cenar, ella prendió la tele y vimos al señor que salía en las noticias en una conferencia de prensa en la Rosada. Estaba sentado al lado del presidente que ahora nadie quiere nombrar porque trae yeta y pedía apoyo para la privatización de YPF. Yo, con mis veintiuno recién cumplidos, poco entendía de lo que significaba eso, pero la señora seguía todo con mucha atención y cierta preocupación. Al día siguiente, en casa, mi papá me explicó que lo que querían era vender la compañía de petróleo a capitales extranjeros y que probablemente todos se quedarían sin trabajo. Dicho y hecho. Al poco tiempo mi papá y todos los otros quedaron en la calle y por mucho que reclamaron, nunca vieron una indemnización. Los señores, en cambio, en aquellos años, remodelaron la casa, compraron una nueva y varias tierras y viajaron muchísimo... No es que los esté acusando de nada pero ¡qué casualidad! ¿no?
Lo que pasa, Carmela, me dijo un día un amigo, es que tu papá nunca quiso afiliarse al partido, ni vos tampoco. Mirá a ese chico Ulloa, a ése sí que le fue bien. Vos nunca supiste aprovechar la coyuntura. Otra, en tu lugar...
Es verdad, ¿pero qué quieren que le haga? Yo soy así. Jamás he estado de acuerdo con esa política de favores del partido y he sido consecuente. ¿Por qué uno del partido vale más que los demás? Se supone que vivimos en democracia, ¿no? Que todos tenemos los mismos derechos...
Total que unos años después me casé y durante un tiempo dejé de trabajar con los señores. De todos modos, no pude evitar enterarme por los diarios de su carrera ascendente: a él lo eligieron Presidente y se mudaron a la Capital. Como se imaginarán, yo no lo voté. Nunca les perdoné lo que le habían hecho a mi padre, que murió triste y sin un peso, y cada vez que tuve la oportunidad, conté la historia a quien quisiera oírme.
La gota que rebalsó el vaso, sin embargo, fue cuando escuché declarar al señor –textuales palabras- "Sabemos el genocidio que pasó nuestra industria petrolera, la increíble privatización [...]. Si YPF hubiera quedado en manos nuestras estaríamos recaudando [...] entre 20 y 25 y hasta 30.000 millones de dólares por año". Estaba yo, como aquella vez, delante de la tele, pero ahora en el comedor de mi casa, y la infamia que estaba escuchando me pareció tan grande que me atraganté y si no viene mi marido en mi auxilio, me ahogo, es más, si luego no me tranquiliza y contiene, yo salgo ahí mismo a buscarlo y lo mato a ese traidor.
Pero bien dicen que la venganza es un plato que se come frío. Tres años después la vida me sirvió en bandeja la ocasión ideal para el crimen. La señora andaba buscando alguien que la ayudara en El Calafate. Yo me presenté y le dije ¿se acuerda de mí, señora? y ella, sin dudarlo, me tomó.
Claro, muchos dirán que exagero, que de cualquier modo se habría muerto, pero a mí me da placer pensar que fue mi sorpresiva aparición en traje de Eva, la de la Biblia, por supuesto, que le dio un infarto.


Referencias:
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=886509
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=919770

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