Confesiones de invierno

- ¿Sabés qué? A mí lo que me da una bronca tremenda es que los que votaron a los Kirchner son los mismos que habían votado a Menem en el 89 y ahora todo el mundo hace como que nada que ver...
Juan Carlos está sentado frente a mí, acodado a la mesa que compartimos en este barcito bruselense y se interrumpe para llevarse la taza a la boca.
- ¿Vos lo votaste?
- ¿A quién? ¿Al turco? Oíme, ¿tengo cara de gil yo...?
- Bueno, no lo tomes así...
- Nooo, pibe, lo que pasa es que se veía venir. Vos lo veías al tipo hablando dos minutos en la tele y te dabas cuenta que era un versero de primera. Yo no me explico cómo la gente lo votó...
- Ganó en la primera vuelta, ¿no?
- ¿Te das cuenta? Nooo, si la gente no piensa. ¿Te digo algo? Yo me fui en parte porque había ganado él. ¿Qué futuro podía esperarnos con un tipo así?
Me quedo mirándolo, esperando que siga...
- Y tuve razón. Mirá si no lo que se vino después... Te parabas en una esquina y ahí nomás te privatizaban... ¡Y los escándalos! Ni se diga... Todos los días salía uno nuevo y a la mañana siguiente ya estaba olvidado. Eso sí, la CGT, que le había hecho miles de huelgas a Alfonsín, lo dejó hacer nomás... Siempre ha sido así en Argentina: como los sindicatos son peronistas, si el presidente también lo es, puede hacer lo que se le cante... Es la herencia del caudillo, qué digo, del General... Personalismo a ultranza, monopolio de sindicatos mafiosos, engaño y oportunismo... Nooo, qué lo voy a votar yo... Y al pingüino, ¡menos! Son todo lo mismo, por mucho que intenten deslindar responsabilidades... Yo tengo la conciencia limpia: nunca he votado a un peronista ni lo haré jamás. Que me cuelguen si no...
Por un segundo me lo imagino a Juan Carlos colgado, así como lo veo delante de mí, con su vestir sobrio, tan porteño, y toda la furia contenida en su pecho pujando por salir y él atajándola, como puede, con las palabras que tiene a mano. Me lo imagino pataleando, despotricando contra el verdugo y contra la soga, pero aceptando sumiso las consecuencias de sus actos. Me lo imagino incluso colgado ahí mismo de una de las vigas del bar y no sé si siento lástima o si me parece ridículo... Hasta que me doy cuenta de que he dejado de escucharlo y me esfuerzo, sostenido por un buen trago de café, en concentrarme otra vez en lo que dice.
- Si es para reírse, o para llorar más bien, cuando ves a la gente que ayer nomás le cantaba loas a Menem, que ahora te afirma lo más campante que no tuvo nada que ver... Nooo, si ahora nadie lo votó. Ni los muchachos de siempre ni los que se llenaron de guita con las privatizaciones. Y el primero, Kirchner... Si lo que nos falta ahora es que lo beatifiquen... Yo me pregunto a veces si la gente es... o se hace... porque mirá que fue hace poco ¿eh? ¿Y ya se olvidaron? El difunto era gobernador en la época de Méndez (mejor no lo nombro tanto, que dicen que trae yeta...) y no sólo privatizó YPF sino que nunca se supo qué hizo con la guita... Esos misteriosos agujeros negros de la economía argentina... Que después paga el pueblo, ése mismo que el peronismo dice defender... ¡Dejate de joder! ¿Cuándo, decime cuándo, defendió al pueblo el peronismo? ¿El general cuando dejó que la gente muriera por él en la Plaza? ¿En el 73 en Ezeiza? ¿En la Plaza en el 74? ¿Los Montos con sus atentados? ¿López Rega con la Triple A? ¿Lo defendió el turco con su plan de privatizaciones, con todo lo que se robó para él y sus amigotes? ¿Dejando entrar a los que perpetraron los atentados de la embajada y de la AMIA? ¿Lo defendió dejando en libertad a los militares asesinos?
- Bueno, pero Kirchner anuló las leyes que había dictado Alfonsín...
- Mirá, hay una gran diferencia entre lo que hizo el gallego y lo que hizo el turco. No hay que olvidarse que en el 83 salíamos de una dictadura atroz y los milicos seguían siendo dueños y señores... A mí, la verdad, me hubiera gustado que el gallego hubiera tenido más bolas y no se hubiera dejado presionar para dictar las leyes de obediencia debida y de punto final. Pero había que ponerse en su pellejo. Él, a diferencia de los que vinieron después, gobernaba para el país entero. Ya había logrado que se juzgara a los mayores responsables, un hecho histórico sin precedentes en América Latina. Ante la enorme presión de los milicos que bien podría habernos llevado a otro golpe y la instauración de una nueva dictadura, él optó por la conciliación... Ya sé que hay gente a la que no le gusta esa palabra... Pero, ¿sabés qué? En esa época se respiraba libertad en la calle, como nunca antes ni nunca después desde que tengo memoria... En cambio, el turco gobernaba por decreto. Él, el Congreso, se lo pasaba por el culo, hablando mal y pronto... Y así, todo el trabajo de memoria y reconstrucción de la sociedad civil que había empezado con Alfonsín, lo hizo añicos con sus indultos... Hay una enorme diferencia, perdoname que te diga, entre decidir no juzgar a militares de menor grado que dejar en libertad a asesinos convictos y confesos...
- Entonces ¿qué tenés que reprocharles a los Kirchner?
- Mirá, pibe, yo a éstos no les reprocho lo de los juicios. Es otra cosa... Por una parte, que nieguen la continuidad evidente entre Méndez y ellos... Y por otra, que hayan fomentado el odio en la sociedad argentina. Una sociedad que ya estaba hecha mierda cuando asumió el pingüino –de acuerdo- pero ¿quiénes la habían hecho mierda? ¡Los peronistas! con su plan ultra neoliberal del cual ningún sindicato salió a defendernos... Asumir responsabilidades, m’hijo, que ahora parece que el turco es un extraterrestre con el que nadie tuvo nunca nada que ver... ¿Te digo algo? No sólo no me opongo a los juicios sino que los promuevo. Habría que juzgar a todos los funcionarios que, ya sea por corrupción, enriquecimiento ilícito, abuso de poder o cualquier otra razón, no hayan cumplido con su deber de representantes del pueblo. Se llenan todos la boca de que ahora vivimos en democracia y se respetan los derechos humanos... Ya quisiera ver yo a más de uno dando cuenta de sus actos de gobierno. Pero lo que pasa es que en este país...
Juan Carlos emite un chistido y sacude la cabeza como disculpándose de una burrada...
- Mirá lo que me hacés decir... de Argentina hablo, del otro lado del charco, no de acá... Aunque pensándolo bien, acá también se aplica, pero bueno... Decía... Existen dos modelos de gobernantes, quizá sea mejor decir dos extremos entre los que podemos situarlos. Está el gobernante ideal...
Acá Juan Carlos marca con un gesto de la mano izquierda un comienzo sobre la mesa.
- Se cuentan con los dedos de una mano, hay que admitir...
Me mira.
- Es el verdadero representante del pueblo, un hombre, o una mujer, a quien le hemos cedido el poder temporalmente para que obre en bien de la comunidad que lo ha elegido. Y en el polo opuesto...
Y ahora marca el otro extremo con la mano derecha y vuelve a mirarme.
- ... está el que subestima profundamente al pueblo por considerarlo incapaz de tomar decisiones por sí mismo, y sobre todo, se siente con derecho a deducir, sin permiso de nadie, de los erarios públicos módicas sumas por el “sacrificio” que está haciendo... No sé qué opinás vos pero yo pienso que la inmensa mayoría de los políticos argentinos están mucho más cerca de este último modelo...
- No sólo los argentinos. – acoto.
- No sólo los argentinos, de acuerdo, pibe, pero vos me preguntaste qué opinaba yo de la muerte de Kirchner y por eso, esta perorata sobre mi país...
- Que es el mío también...
- Si es el tuyo, votá bien la próxima vez. ¡Oíme!, pero si basta con fijarse bien... Vos observá lo que han hecho hasta ahora los gobernantes peronistas (bué... ellos se llaman a sí mismos justicialistas pero siempre me ha parecido un eufemismo, las cosas por su nombre...) Fijate bien y preguntate: ¿es democrático robarle al pueblo? ¿es democrático odiar y llamar traidor a alguien sólo porque no está de acuerdo con vos? ¿Es ilegal crear un sindicato que no sea de tu partido? ¿Es normal reprimir una manifestación y matar a los manifestantes sólo porque no está a favor del gobierno? ¿Está bien fomentar el odio desde un puesto de tanta responsabilidad como es la presidencia de un país? Mirá, vos hacé lo que querás. Pero yo lo tengo claro: no voto a un peronista ni loco, ni ebrio ni dormido. Antes muerto...
No puedo evitar imaginármelo a Juan Carlos en un féretro, no en la Rosada, claro, sino en la Chacarita, y rodeado de un puñado de amigos lamentando su pérdida: “Este Juan Carlos siempre tan exagerado... Sólo a él se le ocurre matarse por no votar a los peronachos...” Me da un poco de pena, la verdad.
Ahora lo veo que alza el brazo para pedir la cuenta y va preparándose para irse. Le paga al mozo, me tiende la mano del otro lado de la mesa y concluye:
- Bueno, che, ¡un gusto!
- El gusto es mío. Hasta la próxima.
Corre la silla para incorporarse, se pone sobretodo, bufanda y todos los pertrechos necesarios para hacer frente a la fría tarde bruselense, hace un último gesto de despedida con la mano y se va.

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