Miradas


Empieza a sonar, invade por completo el vagón el tema de Lara de Doctor Zhivago. Venías pensando, ahí sentada entre desconocidos, observando las caras enfurruñadas, metidas para adentro o -más bien- metidas dentro de la pantallita del móvil, en otros tiempos, que ahora parecen lejanos pero no lo son tanto, en que la gente se miraba -se miraba incluso a los ojos- en el metro o en la calle o en cualquier parte, y eso suscitaba a veces chispas de entendimiento, sonrisas y hasta enamoramientos que, fugaces como lo que duraban las miradas, podían desvanecerse en la siguiente estación o ser preámbulos de intensas pasiones. Venías pensando en eso de las miradas y la música de fondo no podía ser más apropiada como continuidad de tus pensamientos. Amor a primera vista, amor de reencuentros fortuitos como dictados por un destino. ¿Cómo sobrevive un amor así ahora que el azar de los encuentros ha sido casi desterrado por la exposición constante de las vidas privadas en los medios sociales? Todos sabemos dónde está todo el mundo en todo momento. ¿Dónde cabe el asombro? ¿Tú por aquí? ¡qué alegría! ¡Tanto tiempo! Si no has perdido nunca a alguien, ¿cómo puedes reencontrarlo? Y sobre todo, ¿cómo nace una pasión si ni siquiera nos miramos? El acordeonista de turno ha pasado, sin solución de continuidad, a Cielito lindo y ha roto el encanto.



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