Calle de los Palacios

El lugar donde estamos es el punto desde donde miramos el mundo. ¿Lo es indiscutiblemente en esta era de realidades virtuales? Sin contar con el hecho de que como los seres humanos siempre nos estamos moviendo de aquí para allá, nuestro punto de vista es móvil y cambiante. No es lo mismo mirar desde la esquina el tranvía que se nos va, que por la ventanilla al desgraciado que corre para alcanzarlo. No es lo mismo avistar desde la calle la silueta de un avión que refleja los últimos rayos del sol, que estar dentro de él, arriba de las nubes, soñando con llegar. No es lo mismo ser el paseante sin paraguas empapado y temblando de frío, que el que abrigado lo ve pasar desde su casa. No es lo mismo, pero todos hemos sido uno u otro alguna vez y nos hemos olvidado en el momento de vivirlo cómo era estar del otro lado. El lugar donde estamos en este preciso instante es el punto desde donde miramos. Si me muevo, cambia mi perspectiva y si cambia, ¿olvido?
El lugar donde estamos más a menudo, al que volvemos cada día o después de un largo viaje, es nuestra casa, sea como fuere el lugar que así llamamos. La casa de uno entonces, con mayor razón, es el punto desde donde miramos el mundo. ¿Lo es? Antes la gente miraba por la ventana. Ahora miramos por windows.
Yo vivo en la Calle de los Palacios, muy cerca de un puente sobre un canal que llega al mar. Impresionante el poder evocador de las palabras que la realidad sin duda desluciría. Desde mi ventana yo no veo ni la calle ni el puente ni el canal y mucho menos el mar. La casa se repliega sobre sí misma y a lo lejos me muestra un paisaje urbano posmoderno con perfiles edilicios en el horizonte y cerca, unas casas bruselenses venidas a menos. Qué importa. La gente de ahora, los ciudadanos políticamente correctos de este planeta en peligro, no solemos mirar por la ventana. No tenemos tiempo de hacerlo, decimos, y sin embargo, nos pasamos horas delante de esta otra ventana virtual que es la computadora.

¿Dónde estamos parados los que miramos hoy el mundo? ¿O estamos sentados? ¿Lo miramos? ¿Con ojos nuestros o prestados?

Estoy en la Calle de los Palacios, muy cerca de un puente sobre un canal que llega al mar, y desde aquí intento mirar el mundo. Mis instrumentos ópticos no tienen más sofisticación que la sensibilidad que me queda. Empiezo este blog porque sí, porque se me da la gana, para abrir un espacio virtual de expresión, uno más en el infinito universo informático.

Lo que más me gusta de él hasta ahora son las imágenes que sugiere su nombre, todo lo que pueden despertar las palabras en la imaginación si las dejamos, y este sentimiento fantástico de abrir el espacio.

Comentarios

Entradas populares