Inmersión total (o La inmersidad de los placeres)
Delante de ella
está la lisa, apenas turbada por el aire, extensión de agua azul turquesa.
Pliega las rodillas, toma impulso y salta. Y en el salto, en el instante que levita
por encima de la piscina antes de caer, siente todo el vértigo que el encuentro
le suscita.
Se zambulle.
El líquido tibio
va en busca de su cuerpo, lo rodea. Se desliza en ligeras corrientes por la
superficie en apariencia hermética de su dermis, que en la suavidad del roce se
revela porosa abriendo sus microscópicos labios sedientos para dejarse penetrar
suave, subrepticiamente.
Embebida, agua en
el agua, se deja arrastrar al fondo, envolver en olas, embarcar en movimientos
ondulantes, cetáceos, ora lánguidos, ora aguerridos, ora furiosos, de nuevo
lánguidos.
Emerge al fin, empapada,
radiante, sedosa, y enfrenta al sol.
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