Evasión

Entornando los ojos a la presencia circundante de la ciudad, la luz que todo lo inunda, los chasquidos leves del agua y aún los rumores urbanos que, diluidos en el aire, se transforman en voces lejanas o chillidos de gaviotas, traen una sensación de verano marino. Regresa a la casa originaria frente al mar, allí donde se gesta el mundo onírico de una mujer joven que la habita desde siempre, la solitaria que se deja encandilar por la intensidad del sol sobre las paredes blancas y la playa, por los reflejos ondulantes en el agua.
A las horas de calor la mujer se ensimisma, se acurruca como una caracola, se mete en el cuarto cúbico que flota en el centro de la casa, el espacio blanco y cerrado donde se borra lo circunstancial y aparece lo imaginario, y vuela hacia las cuevas del norte donde del mar llegan a verla uno u otro hombre rudo que la seduce. Las diestras caricias de este o aquel lobo de mar la perturban, la enloquecen y se deja llevar por esas manos y ese cuerpo a vertiginosos territorios inexplorados, lejos de sí misma, de las cuevas, del cuarto blanco, de la casa, de la ciudad... Flotar en las luminosas olas del presente, irse y venir, gozando... No en vano evasión comienza con Eva, la del Edén, mujer desnuda como ninguna y feliz de serlo y estarlo cada día y cada noche...
Hasta que del centro la expulsa una brisa fría y la devuelve al primer espacio, el de los rumores urbanos, el que solemos tomar por la realidad. A lo lejos oye una algarabía de voces que la llaman. Se envuelve en un chal y empieza a caminar hacia ellas...

Comentarios

  1. Gracias Dulce, leerte es experimentar sensaciones, evocar imagenes y sentirse atraida por un ambiente que te saca de lo banal y te invita a volver a lo inmediato con un poco mas de sensibilidad. Y por un instante recuerdas que existe la magia de lo cotidiano.
    Te seguire leyendo y hasta la proxima,
    Marga

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