El estado del sitio


La grúa se gira y apunta a nuestra ventana. Estoy tomando el desayuno y ha de ser sin duda la tensión que reina estos días en la ciudad que me suscita proyecciones agresivas en todo. ‘Esa grúa no estaba ayer. El tipo que la maneja es sin duda un terrorista,’ pienso mientras la radio me informa que se prolonga por un día más al menos el estado en que vivimos, que han dado en llamar de sitio, pero que no lo es realmente, y que nos fuerza a quedarnos adentro, con una parte de dicha y pereza –confieso- y otra, de incertidumbre.

El sol entra a raudales por las ventanas, ha derretido la escarcha de la mañana y cada uno de los habitantes de la casa está metido en sus ocupaciones. A Oliver le da risa esta experiencia de pseudo-guerra. Lorenzo quiere hacer como si no existiera e ir a sus actividades como siempre. Ninguno de los dos tiene clase ya que todas las universidades han cerrado sus puertas hoy. También las escuelas en que Jonathan y yo trabajamos, así que no hay razones urgentes para salir. Lorenzo, sin embargo, tiene dos entrevistas para el periódico de la facultad acerca de la conferencia de París sobre el clima y no quiere posponerlas. Hemos acordado que debe llamar primero al centro de crisis para verificar el nivel de riesgo de la zona e ir sólo si no hay peligro.

Dos amigas me envían mensajes de chat: se aburren en sus casas respectivas. Yo he pasado horas en internet, leyendo noticias, viendo videos, queriendo saber qué va a pasar mañana, intentando escribir… Es un extraño estado de ánimo, con un fondo de tormenta que se prepara, una pizca de tedio, una sensación hogareña de protección ante los peligros de afuera sabiendo, sin embargo, que son todas mentiras que me cuento, que es una tregua antes de acontecimientos mayores, de dolor y de muerte, tratando de olvidar que es la estupidez humana que lo ha hecho posible otra vez, por no cuidar la vida, por darles prioridad a los intereses.

Son las 14:30 y ya está bajando el sol. En esta época del año oscurece bien temprano. Podemos interpretar este estado de sitio como un periodo de hibernación en que reponemos fuerzas para hacer frente a lo que sea que nos depare el futuro…




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