Escena originaria


“En una familia, los niños y los perros saben todo, siempre,
y sobre todo aquello que no se dice.” (Françoise Dolto)


Tirada en el pasto, las briznas más o menos duras o suaves tocándome brazos y muslos, lo siento llegar. Sin pedir permiso, me quita la parte de abajo del bikini y lo dejo hacer. Alzo las piernas para que sus manos tiren de la tela húmeda que se desliza o se frena según donde pase hasta salir enganchándose por última vez en los dedos del pie, y el aire apenas movible de la siesta me roza las nalgas.

Él se ha bajado su short y percibo su miembro bien recto dispuesto a acometer. Cierro los ojos para no ver el momento en que, sin compasión, me penetra. Me duele. Pero apretando los párpados recuerdo cuánto lo quiero y me digo que esto ha de ser así, que es así, y tengo que adaptarme.

Un rato después estamos tendidos los dos en el pasto, uno al lado del otro, abrazados. Él ha eyaculado dentro de mí y me pregunto si no quedaré embarazada. Pero él me ama y yo a él. Qué importa el resto.


Comentarios

Entradas populares